martes, 6 de marzo de 2012

Exclusión infantil en la escuela: ¿Primer acontecimiento marginal de nuestras vidas?



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El primer encuentro de lxs niñxs con la sociedad tiene lugar en el momento en que se ingresa al jardín de infantes –o bien, acorde en cada caso particular, muchxs padres y madres recurren a las guarderías o jardines maternales por cuestiones de trabajo y/o estudios-. Es allí donde lxs pequñxs tendrán la posibilidad de percibir cómo interactuar más allá de las paredes de su hogar, de manera semiinconsciente. Allí se encuentran –quizá por primera vez- con otrx infante del sexo opuesto, quien tenderá a despertar su curiosidad, así como también con una señorita especializada en cuidados didácticos y afectivos. Y luego, al empezar a tomar un poco de falsa conciencia, nuestrx infante comenzará a percibir pequeñas distinciones para con el/ella y el resto de lxs niñxs; así comienzan a emplear los calificativos, punto que guía a esta opinión.
 Pocas veces en la casa – aunque aún quedan familias que día a día se empeñen en hacerlo- se tratan los temas de la sexualidad infantil, la calificación a sus compañerxs y también, el ideal comportamiento que deberá tener nuestrx infante para que pueda “convivir” en este primer ámbito en que deberá interactuar; al aprender a hablar y, poco a poco, a razonar su pequeño alrededor, siempre se intentará copiar con las actitudes del resto, y poner a prueba las diferencias existentes entre sí. De esta manera comienza la exclusión calificativa. Para explicar este problema que abarca generaciones no hace falta demasiado razonamiento, influyen los valores que se le inculcan al/ a la infante en su familia (como bien había dicho renglones más arriba), los cuales son, en cifras, extremadamente decadentes. Nuestrx infante lleva un pelo castaño, está alcanzando el metro de altura, tez blanca “teta”, y usa anteojos con un marcado aumento; no lo tomó a mal, todo lo contrario, ya que le permitía visualizar con mejor claridad; y así se encuentra con el resto de sus compañerxs, quienes no necesitan de ellos para poder ver. De un momento al otro comienzan las calificaciones negativas: “anteojudx”, “cuatro ojos”, aunque bien, todavía no comprenden el impacto que pueda llegar a tener el calificativo sobre quien usa el par de anteojos, y a su vez, tampoco comprenden por qué lo repiten unx y otrx hacia una misma persona. Es así como nuestrx infante comienza a asumir la exclusión, por tan sencillo y estúpido que pueda interpretarse, pero no, es una realidad que altera a miles de padres y madres pero que al fin de cuentas, solo lxs padres del burlado intentan afrontar y, hallarle solución.
 Por otro lado del salón también se encuentra, una niña que –puede ser tanto por factores de salud o alimenticios- presenta un poco más de peso del permitido y “adecuado” para su edad, y su madre le ha dado un alfajor para tomar el té en la salita. “Cerdita”, “gordita”, agresiones inconscientes que la niña comenzará a comprender cuando ingrese en la escuela primaria, tal como nuestrx infante que utilizaba lentes.
 Ambxs ingresan al colegio primario, también perteneciente a la misma institución en la que han permanecido durante todo el nivel inicial, con lxs mismxs compañerxs y quizá, nuevxs también. Se comienzan a “difundir” los calificativos que aún muchxs no han  empleado para poder hacerlo y así, formar parte de un grupo de falsa “normalidad”, de lo cual lxs padres no se enteran hasta que las calificaciones desembocan en llantos y, por qué no, en agresiones físicas para terminar citando a todxs e intentar revertir esta situación. Revertirla también influye en la conducta del/la docente para con la dirección del establecimiento, y a su vez, constituye un gran problema para el/ella. No contamos con la respuesta exacta que nos permita situarnos en algún momento de la historia para tratar este problema desde su raíz, pero bien sabemos, que esto constituye un problema para la psicología de quien reciba todo tipo de calificaciones y también, para sus padres, quienes notan que el rendimiento de su hijx no es el debido (seguramente su maestrx ha enviado una nota al cuaderno de comunicaciones para informar la preocupante situación), y muchas veces, a lxs niñxs les cuesta romper el silencio ante ésta situación, y la respuesta es más que simple: si no demuestra un “goce” ante las burlas, se siente disminuídx y apartadx del salón, en muchísimos de los casos.
Esta situación es, desde mi punto de  vista, de lo más preocupante, pero puede ser totalmente remediable si a lxs niñxs se les abre al diálogo desde sus primeros años; al igual que el tema de la sexualidad, no hay una edad para empezar a comprenderla, sino que se loa puede comprender y percibir a toda edad. Demasiada prohibición y falta de trata de estos temas afecta a lxs pequeñxs y a su relación con el entorno, terminándolo por excluir del círculo social por primera vez.
 Para resumir en pocas palabras: La primera exclusión del hombre y la mujer tiene lugar  desde sus primeros años, en sus primeros encuentros con la sociedad y no discrimina clases sociales – relativo en cuanto a la apariencia monetaria que se pueda manifestar en la presencia de ropa o juguetes de alto valor adquisitivo o no, comparándose con lo que puedan llegar a tener el resto y/o se anhele -, sino que es producto de la crítica a la apariencia física externa.