![]() |
Añadir leyenda |
Pocas veces en la casa – aunque aún quedan
familias que día a día se empeñen en hacerlo- se tratan los temas de la
sexualidad infantil, la calificación a sus compañerxs y también, el ideal
comportamiento que deberá tener nuestrx infante para que pueda “convivir” en
este primer ámbito en que deberá interactuar; al aprender a hablar y, poco a
poco, a razonar su pequeño alrededor, siempre se intentará copiar con las
actitudes del resto, y poner a prueba las diferencias existentes entre sí. De
esta manera comienza la exclusión calificativa. Para explicar este problema que
abarca generaciones no hace falta demasiado razonamiento, influyen los valores
que se le inculcan al/ a la infante en su familia (como bien había dicho
renglones más arriba), los cuales son, en cifras, extremadamente decadentes.
Nuestrx infante lleva un pelo castaño, está alcanzando el metro de altura, tez
blanca “teta”, y usa anteojos con un marcado aumento; no lo tomó a mal, todo lo
contrario, ya que le permitía visualizar con mejor claridad; y así se encuentra
con el resto de sus compañerxs, quienes no necesitan de ellos para poder ver.
De un momento al otro comienzan las calificaciones negativas: “anteojudx”, “cuatro
ojos”, aunque bien, todavía no comprenden el impacto que pueda llegar a tener
el calificativo sobre quien usa el par de anteojos, y a su vez, tampoco
comprenden por qué lo repiten unx y otrx hacia una misma persona. Es así como
nuestrx infante comienza a asumir la exclusión, por tan sencillo y estúpido que
pueda interpretarse, pero no, es una realidad que altera a miles de padres y
madres pero que al fin de cuentas, solo lxs padres del burlado intentan
afrontar y, hallarle solución.
Por otro lado del salón también se encuentra,
una niña que –puede ser tanto por factores de salud o alimenticios- presenta un
poco más de peso del permitido y “adecuado” para su edad, y su madre le ha dado
un alfajor para tomar el té en la salita. “Cerdita”, “gordita”, agresiones
inconscientes que la niña comenzará a comprender cuando ingrese en la escuela
primaria, tal como nuestrx infante que utilizaba lentes.
Ambxs ingresan al colegio primario, también
perteneciente a la misma institución en la que han permanecido durante todo el
nivel inicial, con lxs mismxs compañerxs y quizá, nuevxs también. Se comienzan
a “difundir” los calificativos que aún muchxs no han empleado para poder hacerlo y así, formar
parte de un grupo de falsa “normalidad”, de lo cual lxs padres no se enteran
hasta que las calificaciones desembocan en llantos y, por qué no, en agresiones
físicas para terminar citando a todxs e intentar revertir esta situación.
Revertirla también influye en la conducta del/la docente para con la dirección
del establecimiento, y a su vez, constituye un gran problema para el/ella. No
contamos con la respuesta exacta que nos permita situarnos en algún momento de
la historia para tratar este problema desde su raíz, pero bien sabemos, que
esto constituye un problema para la psicología de quien reciba todo tipo de
calificaciones y también, para sus padres, quienes notan que el rendimiento de
su hijx no es el debido (seguramente su maestrx ha enviado una nota al cuaderno
de comunicaciones para informar la preocupante situación), y muchas veces, a
lxs niñxs les cuesta romper el silencio ante ésta situación, y la respuesta es
más que simple: si no demuestra un “goce” ante las burlas, se siente disminuídx
y apartadx del salón, en muchísimos de los casos.
Esta situación es, desde mi
punto de vista, de lo más preocupante,
pero puede ser totalmente remediable si a lxs niñxs se les abre al diálogo
desde sus primeros años; al igual que el tema de la sexualidad, no hay una edad
para empezar a comprenderla, sino que se loa puede comprender y percibir a toda
edad. Demasiada prohibición y falta de trata de estos temas afecta a lxs
pequeñxs y a su relación con el entorno, terminándolo por excluir del círculo
social por primera vez.
Para resumir en pocas palabras: La primera
exclusión del hombre y la mujer tiene lugar
desde sus primeros años, en sus primeros encuentros con la sociedad y no
discrimina clases sociales – relativo en cuanto a la apariencia monetaria que
se pueda manifestar en la presencia de ropa o juguetes de alto valor
adquisitivo o no, comparándose con lo que puedan llegar a tener el resto y/o se
anhele -, sino que es producto de la crítica a la apariencia física externa.